EL PRADO SE DA UN HOMENAJE HISTÓRICO.
La exposición con la que el Prado ha decidido darse un homenaje es con motivo de su bicentenario, en el que propone un recorrido por las historias del museo y de España. También celebra el enorme poder de influencia en su colección en la modernidad de pintores como Picasso, Manet o Pollock.
La propuesta es tanto una didáctica lección de historia del arte como una reivindicación de esa disciplina científica. Ejerce de profesor el conservador Javier Portús, Jefe de Departamento de Pintura Española,que ha troceado dos siglos en siete periodos, los mismos que salen de partir las habitaciones de la historia con los tabiques de otros tantos momentos estelares.
Su traducción museográfica es un recorrido que conduce al visitante por un laberinto de ángulos rectos en el que va rebotando de una obra maestra en otra como la bola de un juego de pinball. Tras el inevitable recibimiento de María Isabel de Braganza como fundadora del Museo del Prado (1829), de Bernardo López Piquer, aguarda el Cristo de Velázquez, la primera donación recibida. Esta conduce a la Inmaculada de los Venerables, de Murillo, que compró el Louvre en 1835 por un fortunón y regresó en 1941 a Madrid gracias a un acuerdo de Estado. Y así sucesivamente.
Es una celebración de los grandes hitos de la colección. Quedan fuera de la selección de cerca de 200 piezas, las joyas propiedad de los Reyes, que estaban ahí desde el principio y formaron y forman el núcleo duro del museo. Por eso, dos artistas como El Greco y Goya gozan de un protagonismo especial. El primero, porque las pinturas más importantes llegaron al Prado con este ya en marcha. Y el segundo, porque murió nueve años después de la fundación de la pinacoteca, y la historia de su reconocimiento artístico corre paralela a la consolidación del museo.
Miguel Falomir, director del Prado, definió ayer la muestra como “una reflexión sobre la propia historia de la institución”, “importante, visualmente atractiva, necesaria y emocionante”, antes de dar la palabra a Portús. El comisario habló durante más de una hora sin mirar papel alguno hasta que llegó, al final, el momento de recapitular los logros que se pretenden celebrar con el bicentenario: “El estado de salud de la pinacoteca y su historia casi siempre de progreso, su lugar cada vez más importante en el concierto internacional y el fortalecimiento de la conciencia patrimonial en España”.
Después, agradeció el esfuerzo de horas extra de los trabajadores implicados en el proyecto. Menos mal que no fueron los únicos; Portús se refirió también a las obras escogidas de la colección. “Las hemos sacado de sus rutinas habituales”, dijo “y las hemos puesto a trabajar de más para que nos cuenten nuestra propia historia”.

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