PREMIO A UNA RESTAURACIÓN.
El arquitecto Juan De Dios de la Hoz, recibirá mañana miércoles en Madrid el séptimo Premio Rafael Manzano por haber "contribuido con su obra a la conservación, continuación y adaptación a las necesidades contemporáneas de las tradiciones constructivas, a arquitectónicas y urbanas". De hecho, él mismo explica que para hacer bien lo que él hace, las inclinaciones estéticas tienen que permanecer bien amarradas. "Se procura no dejar nada al gusto personal del arquitecto. Si toma la decisión es porque esta plenamente fundamentada por un estudio, un informe", señala en referencia al ejército de profesionales que sustentan cada uno de sus pasos en los trabajos de conservación del patrimonio que lleva haciendo 30 años.
La restauración de edificios del municipio de Lorca, destruidos durante el terremoto que asoló la zona en 2011, entre ellos, la de seis iglesias de los siglos XVI a XVIII que ya fue distinguida en 2016 por la Comisión Europea y Europa Nostra, es lo que ha destacado ahora el jurado del Premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional. Pero el galardón se le concede por toda su trayectoria, que incluye intervenciones en la catedral y el palacio episcopal de Alcalá de Henares, los castillos de Belmonte y Brihuega, la iglesia y la cripta del panteón ducal del monasterio de San Francisco en Guadalajara y el monasterio de Yuste.
Unas restauraciones cuyo objetivo nunca fue conservar solo el edifico, “sino los materiales y las técnicas con los que se construyeron”, insiste De La Hoz. Algo que en el caso de las iglesias de Lorca tenía todavía más sentido, pues el hormigón que se les había aplicado en intervenciones de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado las hicieron más vulnerables a los movimientos sísmicos. “Lo que no cabe duda es que este no era el primer terremoto en Lorca y, si habían sido capaces los edificios de resistir tres, cuatro, cinco siglos es porque estaban muy bien hechos”, explica.
También señala que las complicaciones no terminan ahí, porque hay que hacer que los edificios sean funcionales, lo que significa integrar nuevos usos y características básicas como iluminación con led o sistemas de climatización. La arquitectura tradicional tiene que ver con la memoria, con esa identidad colectiva, pero también con “el sostenimiento económico de los territorios en los que se encuentra y que contribuye a caracterizar”. No se puede “separar patrimonio y territorio”explica él. Por eso está satisfecho del resultado conseguido en Lorca, porque la gente ha aceptado de nuevo como suyos los edificios reconstruidos.

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