OSCAR WILDE, "EL RETRATO DE DORIAN GRAY".

Oscar Wilde nació en Dublín, Irlanda el 16 de octubre de 1854. Es considerado uno de los dramaturgos más destacados de Londres victoriano tardío. Fue una celebridad de la época debido a su gran y aguzado ingenio. Mostró ser un prominente clasicista debido al ser hijo de intelectuales de Dublín, desarrollando desde muy temprana edad el hablar fluido el francés y alemán. Como un portavoz del esteticismo, realizó varias actividades literarias; publicó un libro de poemas, dio conferencias en Estados Unidos y Canadá sobre el Renacimiento inglés​ y después regresó a Londres, donde trabajo prolíficamente como periodista.
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En la década de 1890 refinó sus ideas sobre la supremacía del arte en una serie de diálogos y ensayos, e incorporó temas de decadencia, duplicidad y belleza en su única novela, “El retrato de Dorian Gray”. Fue una novela publicada en 1980 como cuento en Lippincott's Monthly Magazine, una revista mensual literaria estadounidense. Wilde revisaró la obra he hizo varias modificaciones agregando nuevos capítulos para su publicación posterior como novela, su única obra publicada como novela. La versión modificada fue publicada en abril de 1891. Es considerada una de las últimas obras clásicas de la novela de terror gótica con una fuerte temática faustiana, además muestra un pintor con afecto íntimo y directo con el personaje principal. 
La obra trata sobre Basil Hallward es un artista que queda fuertemente impresionado por la belleza estética de un joven llamado Dorian Gray y comienza a admirarlo. Basil pinta un retrato del joven. Charlando en el jardín de Hallward, Dorian conoce a un amigo de Basil y empieza a cautivarse por la visión del mundo de Lord Henry. Exponiendo un nuevo tipo de hedonismo, Lord Henry indica que «lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos». Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando Basil le pintó en el cuadro. Mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a una serie de actos de lujuria; pero el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de su alma, con cada pecado la figura se va desfigurando y envejeciendo.
En cuanto a los interiores de esta obra, Wilde los describe siendo los típicos de la época Victoriana caracterizados por lo romántico, lo excesivo, lo moderno, lo delicado y lo elegante. Los colores más utilizados son los rojos, marrones, dorados y verdes, pero en todos oscuros. Muebles de madera oscura, pesada, y tallados en relieve fueron prominentes en las casas victorianas. Había mucho desorden en las habitaciones, estas se llenaban a reventar, con sillas, sofás, muebles de madera, vitrinas y un enorme exceso de telas. En esta época muchas casas tenían muchas persianas, cortinas de encaje y pesadas cortinas de terciopelo. En las casas Victorianas, los pisos y pintados se utilizan para añadir interés y calidez. Pasillos a menudo son ricamente decorados con baldosas con dibujos, o en diseños de blanco y negro, y mármol que adornan las zonas donde los visitantes son recibidos.
En cuanto a la vestimenta, a comienzos del siglo XIX Beau Brummel, un caballero inglés, cambió el modo de vestir de los hombres. Vestían con camisa blanca con el cuello levantado, rodeado por un pañuelo con lazada, chaleco corto (el cual daba igual si se utilizaba para un encuentro normal o fiestas nocturnas. El chaleco era una parte muy importante de los atuendos y solían poseer muchos de ellos), pantalones largos muy ajustados y chaqueta de doble botonadura de bronce con faldón trasero. Los colores verde, azul, marrón, negro, gris, marrón y los tonos bronce eran los más habituales. También era habitual acompañarlo con un sombrero de copa y como complemento un bastón de paseo. La ropa solía ser realizada de seda ya que era un material muy popular y relativamente nuevo, aunque también los había de lana y algodón.  La silueta en la mujer era encorsetada. Muchas capas de enaguas hechas de algodón, franela o lana eran puestas debajo de cada vestido usado por las mujeres. Las enaguas se usaban para hacer que las faldas pareciesen más anchas, creando el estilo “campana” que fue popular durante la primera parte de finales de la época victoriana

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